Es curioso como cambian nuestros sentimientos con el paso de los años hacia lugares conocidos desde la juventud y que antes no nos despertaban la más mínima curiosidad, esa curiosidad que en la madurez aparece con mayor intensidad.
Esta entrada guarda relación con unas fotos tomadas en el pueblo de mis padres (Trujillo) en este frío mes de Diciembre. Localidad en la que pasé bastantes veranos enteros junto a mi familia, donde gracias a mi abuelo aprendí a cazar, a pescar, y tuve los primeros contactos con la naturaleza de una manera que dejaría en mí una huella imborrable con el paso del tiempo. Esos madrugones con 10 o 11 años para ir a los puestos de caza antes de que amaneciera, el frío que me calaba los huesos y me hacía castañetear los dientes , y aun así, era feliz al lado de mi abuelo, que me repetía una y otra vez -¡Miguel Angel, tienes que estar callado y muy quieto o no haremos nada hoy!-. Entonces yo no le daba ninguna importancia a los lugares donde me apostaba junto a él, no me fijaba en los riachuelos, las encinas o los buitres que sobrevolaban nuestras cabezas.
Ahora es distinto, y en estos pocos días de vacaciones, junto a mi padre, hemos vuelto a contemplar las encinas, riachuelos y hasta hemos sido recompensados con las grullas llegadas de todos los rincones de Europa en sus migraciones multitudinarias.
Ahora si me quedo absorto contemplando las dehesas extremeñas, los vuelos de los buitres, o cualquier riachuelo que cruzamos, a todo le saco el lado más bello que tenga he intento plasmarlo en las fotografías, esta maravillosa afición que me ha hecho empezar a ver esa misma naturaleza de otra manera, más pausada, con más tranquilidad para saborear sus colores, texturas y olores.
Ahora si me quedo absorto contemplando las dehesas extremeñas, los vuelos de los buitres, o cualquier riachuelo que cruzamos, a todo le saco el lado más bello que tenga he intento plasmarlo en las fotografías, esta maravillosa afición que me ha hecho empezar a ver esa misma naturaleza de otra manera, más pausada, con más tranquilidad para saborear sus colores, texturas y olores.
Supongo que a fin de cuentas, hacerse mayor no es tan malo.
Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo.
Grullas alzando el vuelo
Eos 400d; 100-300; 1/4000 - f 6,3 - ISO 400 - Monopie
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Grabando las grullas en la dehesa extremeña.
Eos 400d; 100-300; 1/500 - f 4,0 - ISO 400 - Monopie
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A punto de caernos encima una buena tormenta.
Eos 400d; 10-20; 1/25 - f 10,0 - ISO 100; Trípode; Polarizador; Degradado Neutro.
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Contraluz del vuelo de una grulla
Eos 400d; 100-300; 1/4000 - f 6,3 - ISO 400 - Monopie
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Luces del atardecer en Las Huertas de Ánimas.
Eos 400d; 10-20; 1/15 - f 10,0 - ISO 100; Trípode; Polarizador; Degradado Neutro.
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Grullas cebando en la dehesa.
Eos 400d; 100-300; 1/1250 - f 5,6 - ISO 400 - Monopie
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Las florecillas.
Eos 400d; 10-20; 1/2s - f 10,0 - ISO 100; Trípode; Polarizador; Degradado Neutro.
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Grullas volando con las Villuercas nevadas al fondo.
Eos 400d; 100-300; 1/2000 - f 5,6 - ISO 200 - Monopie
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Águila nocturna en los berrocales trujillanos.
Eos 400d; 10-20; 1/200s - f 5,0 - ISO 200; Polarizador; flash integrado.
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Bueno, ya que habeis sido capaces de llegar hasta aquí, marcaros el detalle de poner unas palabritas en los comentarios...
hola me han gustado mucho las fotos , la mejor la del àgila nocnurna , debe ser pariente del águila roja se dan un aire en el salto , jjajajajaj y el lugareño k grava las grullas esta muy propio , un besino pa los dos y feliz año.( bromas aparte la del cancho antes d la tormenta es la mejor )
ResponderEliminarmuy buenas tomas.
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